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Los mañanas
Francisco Urrea Pérez Estoy rompiéndome la vida con una almádena de mañanas. Se causan en una cadena que se incendia con el hechizo del
sainete al vaivén de las tablas. |
Las flores en la piedra
Se vuelven vida sobre la vida acabada,
como una mueca de afecto mientras llega el olvido.
Tu compañía ha sido voluntariosa y
gitana.
Lees mi destino y me dejas tu magia en
mi mirada
Vuelves con tu cantar y con tus pies
descalzos para saber de mi piel.
Y el camino se esfuma contigo tras tus
ojos sembrados de ardor.
Cortejo
Francisco Urrea Pérez
Vienes del rojo carmesí del pre-ocaso
a contar las astillas del sol en la piel.
Nos quedamos mirando el silencio
que danza sobre el barniz de un momento
y quedárnoslo para la sequía.
Tus manos resueltas y desatadas de destino
elaboran un pacto de eternidad con mi delirio.
Romera
Francisco Urrea Pérez
Hiciste una estación aquí en el lienzo de mi estepa,
para entonces en erial,
y me desgaste tu imagen vaporosa y vívida,
donde te encuentro cada vez que divago
por tus caminos sin alcanzarte.
Llego a casa
Ahuyento los voceríos de la calle con un portazo
y me encuentro con los retratos
instalados en las paredes de la casa
que me miran con una salutación
cómplice de soledades danzantes en la estancia.
Entonces lavo mis manos
y luego las junto para hacer una plegaria
y luego escribo la banalidad de mis andanzas.
Las horas bravías
Francisco Urrea Pérez
Salvajes y fieras me acosan la existencia.
Mi rumbo ha tropezado con la finitud
que viene con mi distancia.
He recorrido involuntariamente mi espejo indómito
y he visto en mi rostro la geografía de los meandros
pintados con todas las horas bravías que me
acompañan.
Mirajes
Francisco Urrea Pérez
Se desnudan las palabras y los silencios
y una quietud alcanza la cortina.
Dentro,
se juega con el color de los ojos en los rostros,
como un jardín de mirajes.
Afuera,
las flores displicentes
muestran todos sus encantos.
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